sábado, 20 de mayo de 2017

¿Que es estar presente para nuestros hijos?


Muchos padres-madres se sienten culpables por no estar todo lo presentes que desearían para sus hijos. El trabajo, las obligaciones, el infatigable reloj y muchos otros aspectos, hacen que estar presentes, se convierta en demasiadas ocasiones en una especie de MISIÓN IMPOSIBLE para nosotros mismos y nuestros hij@s...

¿Cómo lo hacemos?
¿Qué consecuencias tiene nuestra falta de presencia en nuestros hijos? Esto me preguntaba un papá el otro día en un taller.
Es una gran cuestión que he querido compartir contigo hoy...

La presencia, desde mi perspectiva, tiene un matiz más amplio del que generalmente planteamos. No solo supone estar y compartir tiempo con nuestros hijos estando física y psicológicamente presentes. La dimensión más importante es la de ser capaz de observar y admirar la DELICADA y FRÁGIL COMPLEJIDAD de TODO lo que nuestros hijos EXPRESAN, y acompañarlos a SOSTENER lo que ocurre en su realidad.
Cuando un niño llora, muchas veces desde motivos que aún no sabe expresar, lo hace desde el alma, desde el único recurso que conoce para sentirse seguro, lo único que lo calma es que llegues a conectar con su realidad desde el AMOR El usa el único recurso que conoce para solicitar tu presencia ante una sensación interna o situación externa en la que necesita sentirse acompañado por ti, en la que necesita que lo comprendas, lo abraces y desde ahí lo lleves a vivir la misma experiencia desde otra perspectiva hasta que él pueda hacerlo por sí mismo. 

Cuando un niño siente y expresa MIEDO o IRA, no racionalices lo que siente, no se lo impidas o le regañes, necesita sentirse acompañado en lo que ocurre en su interior para poder trascenderlo por sí mismo, a su ritmo... Necesita poder sentir lo que siente e ir incorporando recursos para poder hacerle frente.
En demasiadas ocasiones, intentamos comprender lo que les ocurre en nuestros hijos desde una mirada adulta. Racionalizamos sus sentimientos, les quitamos importancia sin más, les decimos que no tienen motivos para sentirse así, y es aquí donde se produce la desconexión, cuando dejamos de estar presentes.

Rechazar lo que ocurre en su realidad, es rechazarlo a él/ella, es dejar de estar presente en su experiencia.

Este tipo de 'ausencia' lleva a muchos más niños a sentirse solos, que la cantidad de tiempo que pasamos con ellos.
(Fuente: Espai Vida)


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