viernes, 15 de abril de 2016

Educa emocionalmente a tus hijos


Puedes enseñar a tus hijos a cruzar los semáforos en verde, a cuidar de sus mascotas, les puedes enseñar a leer y a multiplicar, e incluso reciclar la basura que se produce en casa. Ahora bien, ¿le enseñas también a expresar sus sentimientos? ¿A que diga en voz alta aquello que siente antes de que se encierre en su habitación con un portazo?
La educación no se basa solo en llenar una mente vacía con conocimientos y datos que acumular. Educar es ofrecer también estrategias con las cuales valerse en este mundo complejo para aprender a ser feliz y, a la vez, hacer felices a otros. 
En vista de que los centros educativos, de momento, no han integrado esta área en sus currículums académicos, es imprescindible que, desde muy pequeños, tengamos en cuenta todos estos importantes aspectos
Cómo desarrollar la educación emocional en tus hijos
La educación de nuestros niños empieza desde el primer día que llegan al mundo. Educar es también ofrecer amor, caricias, palabras y rutinas. La hora de alimentarse, las horas de dormir, esa sonrisa en la que los niños se ven reflejados y que intentan imitar. Esa voz que les da aliento y apoyo, que les ofrece seguridad en cada paso que emprenden, ese refuerzo que les anima a ser valientes después de cada caída… Todo ello también es educación emocional.
La verdadera aventura llega a partir de los 8 años. En esta edad, los niños empiezan ya a hacerse unos esquemas de lo que es el mundo y de lo que son ellos. Disponen ya un sentido de la justicia y tienen muy en cuenta lo que está bien y lo que está mal. A partir de esta edad, van a asentar su personalidad, sus intereses. Van a asomarse al mundo con una curiosidad más amplia, ahí donde nosotros somos la clave para ofrecerles apoyo, autonomía y ese cariño cotidiano.
Algunas dimensiones a fomentar como parte de la educación emocional de tus hijos:

1. Autoconocimiento

Los niños deben crecer siendo la mejor versión de ellos mismos. ¿Qué significa esto? Que deben ser conscientes de su potencial y de sus limitaciones. Enséñales el valor de hacer las cosas por sí mismos, de ser autónomos para que puedan ver, día a día, todo lo que son capaces de hacer, lo que se les da bien y lo que pueden mejorar.
Ten mucho cuidado con la sobreprotección o, de lo contrario, impedirás el que sean responsables de sí mismos o el que dispongan de una buena autoestima. Permíteles crecer apoyándolos en cada paso que den, sin olvidar tampoco que cada vez que se equivoquen en algo, han de aprender de la experiencia y continuar aprendiendo.

2. Dales responsabilidades

Una persona responsable de sí misma tiene madurez emocional. Es alguien que no depende de los demás para hacer cosas y que, además, confía en sí mismo. A medida que se hagan mayores, dales más responsabilidades. 

3. Aprender a aceptar la frustación

Desde muy pequeños deben ser capaces de entender que no lo pueden tener todo. Cada vez que reciban una negativa por tu parte, no deben responder a la desesperada como si se terminara el mundo. Pongamos un ejemplo:
Tu hijo, con 8 años, te pide que le compres un móvil. Tu consideras que aún es demasiado joven para ello, así que debes argumentárselo y comprenderlo. Si coge una rabieta, si golpea los muebles y te grita,  no ha aprendido aún a aceptar la frustración. Gestiona adecuadamente estas situaciones, razona, pon límites, explica y haz que comprenda cada decisión.

4. La importancia del “bien común” y el “todos ganamos”

La vida no es una isla en la que transitar en soledad. Todos nosotros vivimos en una sociedad con otras personas que forman parte de nuestra cotidianidad, establecemos vínculos y crecemos personal y emocionalmente unos con otros.
¿Qué significa esto? Que, para tener éxito en la educación emocional de nuestros hijos, hemos de trabajar también estas dimensiones:
  • Fomentar la empatía, el que reconozcan las emociones en los demás, en sus abuelos, sus hermanos, sus amigos…
  • Entender que si yo hago algo inadecuado ello repercute también en los demás. Si yo me esfuerzo en ser respetuoso, en comprender y hacer felices a los demás,“todos ganamos”. Si yo regalo una sonrisa, lo más probable es que me respondan con lo mismo. Las emociones positivas son poderosas y se contagian.
  • También es importante  que los niños aprendan desde pequeñitos a ser  felices y  valorar y agradecer todo lo que tienen en su vida,  disfrutar de sus aficiones, emprender cosas nuevas que les aporten conocimiento y satisfacción. Con una buena autoestima, con una buena aceptación física y emocional, también será capaz de amar mejor a los demás.                                                                        (Fuente: mejor con salud)

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