lunes, 6 de abril de 2015

Ego grande, salud pequeña


¿Quién no conoce a alguien que pretende llevar siempre la razón? Este tipo de personas no acepta otros puntos de vista diferentes del suyo. Discute y defiende su razón como si le fuera la vida en ello. Querer estar siempre en lo correcto es uno de los mecanismos más poderosos del ego. Esta actitud egocéntrica lleva a aparentar seguridad, autoconfianza y conocimiento, y a intentar demostrar que uno es siempre mejor que los demás. Pero dejarse llevar por esta forma de pensamiento refleja, precisamente, lo contrario, según la teoría de Albert Ellis , creador de la Terapia Racional Emotiva, y autor de numerosos libros de autoayuda: “Querer ser superior a los demás genera un comportamiento inseguro y acarrea estrés y enfermedades psicosomáticas”.Fuente de aislamiento... y úlceras

Desde un punto de vista social, querer tener siempre la razón es un rasgo inútil. “Es la enfermedad crónica de la humanidad. Probablemente, uno de los motivos por los que más se han enfrentado las personas, las naciones y las religiones”, en palabras de Raimón Samsó, escritor y coach.

En el ámbito más personal, defender a ultranza la propia opinión como si fuera irrebatible es otro motivo de conflicto.“Es una fuente de aislamiento que deteriora las relaciones personales y la convivencia con las personas que nos rodean”.

Esta actitud no solo es un caudal permanente de conflictos con amigos, familiares y compañeros de trabajo. También es perjudicial para la salud. Diversos estudios realizados en la Universidad de Bradford (Reino Unido) descubrieron que el 62% de las personas que creía tener siempre la razón, sufría altos niveles de ira y estrés, lo que deprimía su sistema inmunológico.

 “Este es un asunto muy serio”, advierte Coney. “Conectarse armónicamente con los demás no solo evita problemas médicos, sino que ayuda en el proceso de recuperación de cualquier enfermedad”.

Desde el punto de vista del Coaching, cinco son las reglas de oro para no discutir:

1. Sea incondicionalmente constructivo, escuche al otro y póngase en su lugar.
2. Distánciese de su ego y de sus emociones negativas.
3. Nunca diga a su interlocutor que está equivocado.
4. No imponga a la fuerza su razón.
5. No se crea en posesión de la verdad. En una discusión lo mejor no es ganar, sino empatar. Busque la concesión negociada al estilo de Nietzsche: “Tú tienes tu manera y yo tengo la mía. La manera perfecta de hacer las cosas no existe”.

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