miércoles, 30 de julio de 2014

Tres pasos para gestionar el estrés adecuadamente



Cuando el estrés aumenta en nuestra vida todo a nuestro alrededor se ve influenciado. Nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo o de estudios, nuestra pareja e incluso nuestros hijos sufren las consecuencias de nuestras tensiones, las absorben y las devuelven en forma de más estrés y tensión para todos. Poco a poco, las tensiones van haciendo mella en nuestra salud y en nuestra felicidad. 

Encontrar y aplicar una manera rápida de manejar el estrés sería fantástico para todos, ¿Verdad? Aplicar el siguiente método en tres pasos te ayudará a ti y también a los que tienes alrededor. Es tan eficaz que podrás enseñárselo a quienes generan tensión a tu alrededor para que, poco, el ambiente sea, en la medida de lo posible, menos propenso al estrés. 

Paso 1: Cálmate ¿Cómo? Conócete, descubre cuando entras en “modo estrés” y qué técnicas rápidas de relajación te funcionan. Es fundamental que sepas cómo reacciona tu cuerpo y que identifiques los desencadenantes que te producen tensión para adoptar una actitud más adecuada. Tal vez te funcionen los ejercicios de respiración, la visualización, pequeñas meditaciones o salir y entrar del lugar para cambiar unos segundos de aires y ver las cosas al volver de otra manera. En definitiva, haz lo que sea necesario para calmarte. 

Paso 2: Enfréntate al problema de forma positiva Dejar pasar el problema no es una solución, solo una manera rápida de salir del paso o para evitar crear tensiones adicionales mientras se solucionan. Pero el problema volverá y, lo que es peor, estará generando y acumulando tensión hasta entonces. Una vez que te has calmado te resultará mucho más fácil enfocarlo de manera positiva, en la medida de lo posible. Afrontar los problemas de forma positiva ayuda a tomar el control sobre los mismos, lo que implica no sentirse dominado o superado por ellos. 

Paso 3: Crea hábitos para la gestión del estrés Si cada vez que te enfrentas a un problema que te genera tensión y estrés tomas medidas para calmarte, poco a poco estas acciones se irán convirtiendo en hábitos que realizarás casi sin darte cuenta ante situaciones estresantes; es más, si las situaciones se repiten con frecuencia, te afectarán cada vez menos. Realizar ejercicios para tranquilizarse en el momento que somos capaces de darnos cuenta que la situación nos ha sobrepasado o intentar ver las cosas de forma positiva, incluso después de que hayan sucedido, ayudarán a identificar las situaciones y las reacciones, es decir, a conocernos, y a identificar también el modo en que podemos enfrentarnos a esas situaciones. 

Es más fácil de lo que parece. Poco a poco se puede conseguir, aunque al principio puede que cueste un poquito de esfuerzo, sobre todo para reconocernos a nosotros mismos.

sábado, 26 de julio de 2014

Nos pasamos la vida postergando la felicidad

El escritor Javier Iriondo ha acudido a El Hormiguero 3.0 para hablarnos sobre su último libro 'Un lugar llamado destino', un libro que hace sobre todo reflexionar al lector. Pablo Motos ha leido un par de párrafos y brevemente Javier nos ha resumido que finalmente si una persona no se siente suficiente o digna le es más dificil sentirse amada.


Javier Iriondo:



jueves, 24 de julio de 2014

Discutir constantemente acorta la vida


Una persona que discute constantemente con su cónyuge, colegas o vecinos corre el riesgo de duplicar e incluso de triplicar el riesgo de morir. Ello se debe a que el estrés que generan las riñas nos vuelve más vulnerables ante diversas enfermedades.

Un equipo de investigadores daneses de la Universidad de Copenhague asegura que el estrés causado por la preocupación del día a día, debido al hostigamiento, las discusiones o las exigencias excesivas del entorno, puede conducir a enfermedades del corazón, así como a debilitar el sistema inmunológico, lo que lleva a una persona a padecer otros problemas de salud. Los efectos parecen ser mucho más alarmantes en los hombres porque, a diferencia de las mujeres, no suelen compartir sus problemas con sus amigos o familiares.
La doctora Rikke Lund, autora principal del estudio, chequeó con ayuda de sus colegas el estado de salud casi 10.000 hombres y mujeres danesas de entre 36 y 52 años de edad durante 11 años en el marco de un estudio sobre trabajo, salud y desempleo. Todos los participantes completaron regularmente un cuestionario para estipular la frecuencia con la que se enfrentaban a preocupaciones o a conflictos y con qué frecuencia se presentaban tales situaciones.
Durante este período murieron 196 mujeres y 226 hombres por causas que iban desde enfermedades del corazón o cáncer, hasta enfermedades del hígado por el abuso del alcohol y el suicidio. Los académicos utilizaron posteriormente una fórmula matemática para calcular la probabilidad de hombres y mujeres que murieron en función de la frecuencia con la que habían informado que discutían.
La conclusión de los expertos es que las discusiones o conflictos entre las parejas, familiares, amigos y conocidos duplican e incluso triplican las posibilidades de morir en comparación con los que rara vez discuten.
Lund sostiene que la tensión es la principal culpable de muerte prematura, ya que lleva a una persona a padecer una presión arterial alta y enfermedades del corazón. Aunque el estudio no demuestra que el estrés provoque cáncer, sí plantea la posibilidad de que el pueda conducir a una persona al suicidio o a muertes relacionadas con el uso excesivo de alcohol.

martes, 22 de julio de 2014

Cómo identificar y vivir tus propios valores



Identificar nuestros propios valores, esos que están profundamente arraigados en nosotros, y aplicarlos en nuestra vida nos facilitará la obtención no solo del éxito en la vida y en el trabajo, sino también de la felicidad.

Los valores son aquellos rasgos o cualidades que cada uno de nosotros considera que vale la pena y que representan las prioridades personales. Son, en definitiva, aquello que nos mueve desde lo más profundo de nuestro ser. Estos valores nos acompañan allá donde estemos, tanto a nivel personal como laboral.

Hacer una declaración de valores, reconocerlos como propios y aplicarlos en nuestra vida nos define como personas y nos ayuda a lograr nuestros objetivos personales y a vivir feliz y plenamente.

Cada uno debemos ser fiel a nosotros mismos. Es fácil que en ocasiones neustros valores choquen con los valores (o falta de valores) de los demás. Pero vivir en función de los valores o no-valores de los demás no sólo nos alejará de la felicidad, sino que nos dificultará lograr el éxito en la vida.

Algunos valores por los que vale la pena vivir

A veces puede resultar algo difícil identificar estos valores, sobre todo si vivimos en entornos fuertemente represivos, no respetuosos o impositivos. En la siguiente lista encontrarás algunos valores por los que realmente merece la pena vivir y sobre los que merece la pena establecer una base de comportamiento y actitud en la vida.
No es necesario que todos estos valores formen parte de nuestras aspiraciones personales. De hecho, muchos te criticarán por tener exceso o falta de alguno de ellos. Lo importante es que identifiques los que realmente te mueve a ti, sin autocensura, y que los vivas.

Algunos de estos valores son la ambición, la competencia, la individualidad la responsabilidad, la exactitud, el respeto, la dedicación, la diversidad, la mejora, la diversión, el disfrutar de la vida, la lealtad, la credibilidad, la excelencia, la honestidad,la responsabilidad, la autonomía, la calidad, la eficiencia, la dignidad, la colaboración, la innovación, el trabajo en equipo, la administración, la empatía, el logro, el coraje, la sabiduría, la independencia, la seguridad, el desafío, la influencia, el aprendizaje, la compasión, la amabilidad, la disciplina, el orden, la generosidad, la persistencia, el optimismo, , la igualdad, la integridad , el servicio, la fiabilidad, y la flexibilidad, entre otros.

¿Por qué identificar y establecer tus valores?

Tus valores se componen de todo lo que te ha sucedido en la vida e incluyen influencias de tu familia, religión, amistades y compañeros, así como de tu educación o de los que has visto o leído. Las personas efectivas y exitosas reconocen estas influencias ambientales, las identifican y desarrollan un conjunto claro, conciso y significativo de valores, creencias y prioridades. Una vez definidos, estos valores crean un gran impacto cada aspecto de la vida, ya que modelan el comportamiento e influyen en la toma de decisiones y en las interacciones personales y ayudan a establecer las metas y los propósitos.

Elijir los valores que son más importantes para ti, los valores en los que crees y que definen tu carácter es muy importante para la autoestima, base para el éxito y la felicidad. Vivir visiblemente todos los días en el trabajo y en casa estos valore es una de las herramientas más poderosas para ser la persona que quieres ser y para alcanzar tus metas y sueños, y para influir positivamente en los demás.
(Fuente: la mente es maravilloso)

domingo, 20 de julio de 2014

Y tú ¿como te comunicas con los demás?



"En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirás a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío --respondió el segundo Sabio-- que todo depende de la forma en que se dicen las cosas... La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado...
- No olvides mi querido amigo --continuó el sabio-- que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o el optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad".

viernes, 18 de julio de 2014

La gratitud, una gran virtud




El sentimiento de gratitud no corresponde a una de las emociones básicas. Todo lo contrario. Para experimentarla se requieren una serie de procesos complejos en la mente. No todo el mundo puede experimentar gratitud. Es una virtud reservada para los espíritus más elevados y para las inteligencias mejor desarrolladas.

A diferencia de otros sentimientos, el de la gratitud no aparece como un impulso simplemente. Exige que haya un sistema de valores éticos, en donde estén resueltos los conceptos de dar y recibir, además de una renuncia a la visión egocéntrica de la vida.

El trasfondo de la gratitud y la ingratitud

La gratitud puede definirse como un sentimiento de aprecio y valoración por las acciones que otros hacen a favor nuestro. Implica una suerte de deuda moral con quien nos hace bien. Deuda que no significa hacer un cálculo para redimirla, sino elevar la estima por quien nos hace un favor o nos prodiga un bien, y estar abiertos a la posibilidad de corresponder por el beneficio recibido.

No solamente los seres humanos experimentan gratitud. También los animales superiores cuentan con esta virtud, aunque la expresen en forma rudimentaria. Un perro, por ejemplo, entrega su lealtad a quien se ocupa de cuidarlo y amarlo.

Las personas que no son capaces de experimentar gratitud tienen un elevado narcicismo. No solamente tienen problemas de memoria, sino que también dan por sentado que merecen toda la ayuda que reciben. De hecho, muchos de ellos se atribuyen por completo los beneficios que obtienen y omiten por completo lo que los demás aportaron para poder lograrlos.

La ingratitud es propia de personas que han sido criadas con exceso de gratificaciones. No se les enseña a valorar lo que otros les dan. Sus padres le inculcan la idea de que lo merece todo, por ser quien es.
Quien ha pasado por dificultades y las ha resuelto, sabe el inmenso valor que tiene la ayuda de otros. Nada como sentirse impedido para algo, o atrapado, o vencido, para entender que la mano que otro tiende es un verdadero regalo del cielo.

Los beneficios de la gratitud

La gratitud es un sentimiento sutil y sofisticado. Casi un arte. Germina sobre la convicción de que los seres humanos somos incompletos y que nos necesitamos mutuamente. Es el producto de haber desarrollado una ética de cooperación, en lugar de una actitud de competencia o confrontación.

Según un estudio llevado a cabo por Rollin McCraty y Doc Childre, representantes de HeartMath Research Center y Quantum Intec Inc., respectivamente, las personas que son capaces de experimentar gratitud obtienen grandes beneficios para el buen funcionamiento de su corazón. Tienden a enfermar menos y son, en general, más felices.

Los agradecidos son también personas que difícilmente dan cabida a sentimientos negativos como el arrepentimiento, el resentimiento y la envidia. Son capaces de sentir gratitud, precisamente porque eligen ver lo mejor de las personas y guardarlo en la memoria.

También son más generosos. Reconocen que la ayuda mutua es un valor importante y por eso no solamente son capaces de apreciar la ayuda que reciben, sino que también están dispuestos a ayudar a otros. Por eso no todos saben agradecer: es una virtud que solamente tienen los mejores.
(Fuente: la mente es maravillosa)

martes, 15 de julio de 2014

Cuando nos disputamos la razón



Querer tener la razón en todo es el comienzo de muchas dificultades. Para muchos es casi una consigna que nace de una profunda inseguridad. Tiene que ver más con el poder que con la razón misma. De hecho, la razón no le pertenece a nadie en particular. Lo que hay son distintas maneras de razonar, así que cada cual tiene la suya.
Hay razonamientos que son más válidos, por los soportes que los confirman. Pero particularmente en el mundo de lo humano, lo razonable o no razonable dista mucho de ser fácilmente definible. ¿Tienes tú razón al decirle a otro que no esté triste? ¿O es el otro quien tiene razones para no dejar de estarlo?... La pregunta entonces es: ¿Por qué algunos quieren tener la razón siempre, quitándole merito a las razones de otros?

Las dictaduras mentales

Quienes siempre quieren tener la razón parten de la idea de que la verdad es un objeto sobre el que es posible tomar posesión. Es algo que “se tiene”, no que “se construye”. Esta creencia es de por sí falsa, en tanto todos sabemos que la verdad (incluso la científica) no es estática: cambia, se modula, se complementa o se rebate.

Lo que busca el “razonable compulsivo” no es exactamente proponer verdades más elaboradas. Su verdadero propósito va más bien en la dirección de silenciar otras formas de ver la realidad: otras verdades.

La ciencia, que tiene métodos precisamente para darle validez a sus hallazgos, tiene por premisa el escepticismo frente a sus propios postulados. Las grandes verdades no han sido construidas sobre la base de imponerse silenciando a los que esgrimen otros argumentos. Todo lo contrario. La ciencia se somete a sus propias pruebas de verdad. Cuestiona sus conclusiones. Las somete a nuevas pruebas.

Los razonadores de oficio, en cambio, dan por sentado que hay verdades inmodificables y que ellos son sus portadores. Con esa actitud solo se están protegiendo de la incertidumbre que está en el corazón de todo razonamiento, por más válido que sea. Sortean así su propia inseguridad. Las demás verdades no son motivos para ampliar su razonamiento, sino amenazas que deben silenciarse.

Hay que darle la razón al que la necesita

Cuando hablamos de personas que siempre quieren tener e imponer la razón, estamos hablando en últimas de intolerancia. De gente con convicciones ideológicas de piedra que teme lo diferente. No tienen un pensamiento libre y abierto, sino que viven presos de su forma de pensar.

En realidad, se hacen más daño a sí mismos del que podrían hacerle a los demás. Su incapacidad de escuchar los aísla. Su dificultad para comprender los estanca. Su marcada tendencia a imponerse en lugar de hacerlos más fuertes, los convierte en gente altamente vulnerable. Generalmente se sienten atormentados cuando no logran unificar el pensamiento de los demás y son excesivamente sensibles a la crítica.

Aceptar las ideas de los demás, y a los demás, no es tan difícil como algunos suponen. Basta sencillamente con no reaccionar a las palabras o actitudes de otros. No es necesario que adoptemos o validemos sus creencias, simplemente que seamos conscientes de que tienen derecho a expresarlo y que no es nuestra obligación controvertirlos. ¿Por qué una opinión contraria a la nuestra tiene que causar disgusto?

Te sorprenderías lo mucho que puedes aprender cuando adquieres la capacidad de escuchar a los demás, sin buscar sus equivocaciones, sino sus aciertos. También te darías cuenta de que eso mejora tu carácter y te hace sentirte más estrechamente unido con la raza humana. Inténtalo.
(Fuente: la mente es maravillosa)

lunes, 7 de julio de 2014

Lo que el mindfulness aporta a nuestra vida cotidiana


Mientras conducimos, resolvemos por vía telefónica algún desaguisado en la oficina, reprendemos a nuestro hijo por sus travesuras en el asiento de atrás y pensamos en los recados que hemos de hacer. Así, sin poder solucionar de una manera efectiva ningún problema, el equilibrio mental se ve alterado y se potencian las emociones negativas.


¿Quién no se ha visto nunca en este escenario? Y sobre todo, ¿quién no quiere ponerle fin? 

La psicóloga Isabel S. Larraburu nos muestra el camino para ser felices. Nos enseña a mirar correctamente, a mirar la realidad sin tapujos, a ser libres, a no sentirnos influidos por situaciones externas ni internas, a poder mirar, observar y entender con maestría. En una palabra, a llegar a entender los hechos, a uno mismo y a los demás de un modo real.

La atención plena o mindfulness, o la también llamada meditación atenta, es un proceso psicológico, un entrenamiento mental que persigue el desarrollo de una nueva manera de percibir la realidad. Una habilidad que cualquiera puede aprender y practicar, que no se opone a la celeridad de nuestras vidas. Sino que nos da herramientas para enfrentarnos a todos los cambios que vivimos continuamente, al sufrimiento de las pérdidas, a la frustración de los deseos, a la soledad causada por los apegos, a la depresión y a las adicciones. Esta nueva mirada nos conduce a estar muy presente y atento a cada instante, sin recurrir al autoengaño y a las distracciones. 

Si la llevamos a la práctica, podremos estar preparados para cualquier contingencia y podremos obtener más armonía y bienestar. con independencia de los logros del ego, una mayor resistencia a la adversidad, un estado de alerta y concentración óptimos y una mayor estabilidad anímica. Una mirada sin anhelo, ni aversión, sin valencias de bueno y malo, sin juzgar, solo advirtiendo todo tal como es, y no como nos gustaría que fuese. Como nos indica la autora de este libro Isabel Larraburu, “lo que necesitamos para alcanzarlo ya lo tenemos dentro de nosotros mismos. Todos tenemos la capacidad de ser felices, aunque algunos tienen que entrenarse para ello”.

El ejercicio de la meditación atenta está alcanzando un lugar destacado en la psicología y en la medicina. Esta técnica no es meramente un modo de relajación. Es una forma de entrenamiento mental que contribuye a reducir la propensión a modos mentales reactivos que generan estrés emocional o perpetúan la psicopatología.

CÓMO MIRAR

•Aceptar las cosas como son.
•Prestar atención a todas las actividades rutinarias que hacemos.
•Aprender a permanecer serenos.
•Sustituir el concepto por la sensación. Conocer la realidad sin contaminarla.
•Reiniciar la mente mediante la observación de la respiración. Mientras respiras te conoces.
•Evitar el autoengaño. Dejar metafóricamente hablando que se introduzca un amigo lúcido, agudo y benévolo en nuestra existencia.
•Aprender a ser meros testigos de lo que ocurre.
•Aprender a oír los pensamientos, no dejarse atrapar por ellos y reconocer las emociones sin valorarlas como buenas o malas. No deberíamos ser jueces de nosotros mismos.
•Estar despierto y atento. Eso implica una mejor capacidad para tomar decisiones, una percepción correcta, mejor autocontrol, sentido de la realidad, una mejor capacidad intelectual y una mayor resistencia a la         adversidad.
•Del control a la aceptación. Aceptar la realidad tal como es y como un valor en sí mismo, no como un trámite para lograr las metas.

Nuestra cotidianidad vista desde la meditación atenta. Algunas ideas para reflexionar
Hay que convencerse que lo más importante de nuestra vida es lo que está sucediendo ahora, entregarnos al momento presente. Ni pasado, ni futuro, solo presente.
Ser agradecido produce bienestar, mejor salud y mayor rendimiento intelectual en las personas
Más consumo menos felicidad.
Las ventajas del perdón, ahora validadas por el mundo científico, incluyen la reducción del dolor crónico, de los trastornos cardiovasculares, de la conducta violenta, el incremento de la esperanza y el alivio de los niveles de depresión y ansiedad.
La evidencia científica actual sobre la ira indica que está emoción es básicamente una cuestión de elección. Airear la ira raramente lleva a algún alivio real o a alguna catarsis duradera. Más bien conduce a más ira, tensión y excitación.
El humor es la mejor protección contra el dogma, la arrogancia, la rigidez, o incluso la desesperación. El sentido del humor siempre mantiene la posibilidad de ver las cosas de otra forma” Edgard de Bono, autor del concepto de pensamiento lateral.
Combatir el estrés con la resiliencia. Esto significa saber pedir ayuda, confiar en los propios recursos, atreverse a tomar decisiones, hablar con uno mismo y seguir nuestro propio consejo para otros, evitar pensar que las crisis son catástrofes, percibir los errores como experiencias para aprender y superarse, aceptar que el cambio es parte de la existencia, transformar la crisis en oportunidades y responsabilizarse de las propias acciones.
Transformar el apego en amor. Los cuatro aspectos del amor según el budismo son: bondad incondicional o benevolencia, compasión, alegría y ecuanimidad y libertad.

sábado, 5 de julio de 2014

La historia de Pedro



Un grupo de chavales de entre 8 a 10 años estaban jugando un partido de fútbol. Algunos de los padres seguían atentamente el partido, hasta que un niño se acercó corriendo para jugar con los demas, pero algunos le increparon para que abandonase el campo y les dejara seguir jugando el partido.

Su madre le gritó: " Pedro, ven aquí y déjales jugar".

Pedro apesadumbrado salió del campo y se sentó en una esquina ante la vigilante mirada de su madre. Siguió el partido atentamente, viendo como los demás niños se divertían jugando. Iban empatados a dos y el partido estaba a punto de finalizar.

No obstante sus ansias pudieron con él y Pedro irrumpió de nuevo en medio del campo. Su madre lo volvió a llamar para que abandonase el terreno de juego, pero a pesar de su insistencia Pedro no la hizo caso. Los otros niños comenzaron a gritarle y a insultarle para que saliese del campo, hasta que se dieron cuenta de que Pedro era un niño síndrome de Down.

En ese momento se hizo el silencio y Andrés dijo: "¡ Dejadle jugar, va con nuestro equipo!" Todos lo aceptaron sin más. Andrés era el mejor jugador y tenia una gran influencia en el resto de compañeros.

La madre de Pedro le preguntó si estaba seguro de lo que estaba haciendo y Andrés respondió con un rotundo si.

Pedro comenzó a correr con sus dificultades de un lado a otro, persiguiendo el balón sin mucho éxito, si bien su cara de felicidad era absoluta. Su madre estaba nerviosa y encantada de ver que su hijo estaba disfrutando en aquellos momentos como cualquier otro niño. El partido llego a sus últimos minutos y seguían empatados a dos tantos. De repente el arbitro pitó un penalti a favor del equipo de Pedro. Andrés coloco el balón y se dispuso a lanzar el penalti. Sin embargo, en ese momento se acercó hasta el portero y le susurro algo al oído. Andrés volvió hacia donde estaba el balón pero en vez de chutar se dirigió a Pedro y le preguntó: "¿Quieres tirarlo tú?".

Pedro comenzó a gritar y saltar de alegría. Su madre no daba crédito a lo que estaba presenciando. Totalmente emocionada se llevo las manos a la cara, tapándose las lagrimas. Pedro se acercó al balón, chutó con toda la ilusión del mundo y tan fuerte quiso golpearlo que a punto estuvo de no darle. Cuando el portero vio hacia que lado se dirigía la pelota, se tiró hacia el lado contrario y el balón entró en la portería marcando el gol que significaba el 3 a 2. Sus compañeros comenzaron a vitorear el nombre de Pedro, celebrando el gol. Todos lo abrazaron, se convirtió en el héroe del partido. Sus compañeros y los niños del equipo contrario que se unieron al grupo, lo llevaron a hombros hasta donde se encontraba su madre. Con los brazos en alto mirando al cielo, Pedro no dejaba de gritar: "¡ He metido un gol! ¿ He metido un gol!" mamá "¡ He metido un gol y hemos ganado!".

Probablemente para esa madre fue el momento mágico mas conmovedor que vivió con su hijo. Los padres de los demás niños que presenciaron ese maravilloso suceso estaban en pie aplaudiendo emocionados y orgullosos por ese gesto de bondad, de comprensión, de amor y de generosidad.

La madre de Pedro se acercó hasta Andrés, artífice del extraordinario gesto. La mujer no podía articular palabra. Entre lagrimas de felicidad, tan solo pudo decir un entrecortado y emotivo "gracias"

Estos gestos, como el del partido, conectan a las personas con su verdadera esencia, nos conectan con los otros. Son momentos de espiritualidad, momentos en los que conectamos con lo mejor de nuestro interior, cuando el ego desaparece, cuando perdemos nuestra individualidad y sentimos la compasión, la bondad y la empatia. Cuando ayudamos a reducir el sufrimiento de los demás nos ayudamos a nosotros mismos