lunes, 4 de noviembre de 2013

Delegar tareas disminuye el estres


Se nos incita a ganar, a ser los mejores, a cumplir con muchas responsabilidades, etc. 
Algunas personas toman estas sugerencias como obligaciones y las interiorizan, esclavizando su vida sin darse cuenta y haciendo de su existencia una carrera detrás del reloj. Cuando la persona se ve sometida a un gran estrés, suele ayudar el ser capaz de delegar tareas o responsabilidades.

Sin embargo, hay personas que tienen la posibilidad de compartir una tarea, pero no son capaces de hacerlo. Por lo general, para estas personas es muy importante lo que se considera socialmente correcto. Suelen decirse con firmeza que "deberían" hacer ésto, o que "tienen que" ocuparse de aquello. Hasta las situaciones de esparcimiento se transforman en una obligación. No es de extrañarse que este querer abarcarlo todo, sea un factor que aumente el estrés. ¿Pero cómo se manifiesta en la práctica? ¿Cuáles son los puntos más importantes a modificar?

Quienes presentan dificultad para delegar y confiar en las capacidades ajenas para resolver problemas, suelen también sobreproteger a los miembros de su familia. De ahí que realicen muchas tareas que no tendrían por qué asumir, y que rara vez pidan ayuda a menos que sea absolutamente necesario.

Estos sujetos tienden a controlar, y desean estar al tanto de cada asunto. Son especialistas en encontrar excusas, aparentemente razonables, para no delegar.

Sin embargo, y a pesar de recompensarse internamente por actuar así, este encargarse de todo les resulta agotador y estresante. Es una barrera para disfrutar de las cosas, hasta de los placeres simples y cotidianos. Su dificultad para focalizarse en aspectos positivos, se hace muy visible en las situaciones sociales, donde emergen sus críticas respecto a todo lo que no funciona bien.

Desempeñar distintos roles en diferentes contextos, no es nada extraño. Debemos crecer profesionalmente, atender a los padres, a los hijos, a la pareja, a los amigos, sin dejar de ser alegres y creativos. Pero con paciencia y dedicación, podemos manejar mejor el estrés e ir transformando esa gran exigencia interna.

Algunos puntos generales e importantes para el cambio:

* Recordar que la propia autoestima, no depende de percibirnos o que nos perciban como seres perfectos.

* Podemos detenernos a analizar las razones que nos damos para encargarnos de tareas ajenas, cuestionar si realmente son así, mejor aún si invitamos a otros a pensar con nosotros. ¿Nos están dominando los temores sin que apelemos demasiado a evidencias?

* Confiar en la voluntad y capacidades de los demás.

* Fijarse en las áreas en las que mejor se desempeñan quienes nos rodean. Todos tenemos nuestros puntos fuertes, el reconocerlos fortalece los vínculos.

* Delegar de acuerdo a las posibilidades y edad de cada quien. Siempre es posible contribuir en algo.

* Trabajar en equipo en distintas áreas, significa coordinación e interacción, no cargar con partes ajenas.

* Estimular la buena comunicación grupal, de forma que todos se sientan cómodos al expresarse.

* Definir bien cada tarea, así como las razones para realizarla.

* Colaborar con la circulación de la ayuda y la orientación.

Delegar no es olvidar

Es importante comprender, que delegar no significa desentenderse de algo, sino dar lugar a los demás así como ellos nos dan lugar a nosotros, a fin de que todos podamos aprender de la experiencia. Incluso nos permite pensar de forma más estratégica, mientras perdemos estrés. El intentar controlarlo todo, no es garantía de eficacia. Aceptar que aún esforzándonos por dar lo mejor, la vida implica asumir diferentes posibilidades, beneficia nuestra capacidad de adaptación y nos acerca a la respuesta de nuestra pregunta inicial, ¿por qué delegar tareas disminuye el estrés?


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