jueves, 24 de octubre de 2013

¿Crees en el destino?



A menudo sentimos esa extraña sensación donde la casualidad, lo inesperado, va poniendo marcas en nuestro camino obligándonos a encauzar la vida en una dirección u otra. Hay quien dice que son designios del destino, de esa fuerza que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de los que no podemos escapar.

Algo así va mucho más allá de una simple sincronicidad, supone llegar a pensar que nada ocurre por azar, sino que estamos determinados. ¿Qué supone para las personas pensar algo así? ¿Estamos entonces a la merced del destino o somos libres para elegir nuestro propio camino?

¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?

Es cierto que a veces suceden cosas que nos sorprenden: el conocer a alguien en un determinado lugar en curiosas circunstancias, esa suerte que un día aparece de modo inesperado, esa elección que tomamos sin saber muy bien por qué... ¿Es la casualidad? ¿O se debe tal vez a una misteriosa causalidad?

Bien es verdad que es muy recomendable disponer de una mente abierta, de un modo de pensar en que no pongamos cerrojos u obstáculos ante toda la información y estímulos que nos rodean; pero la cuestión se centra en que si aceptamos la existencia del destino, asumimos también que gran parte de lo que nos sucede está marcado por los designios de quién sabe qué, es algo que por tanto escapa a nuestra comprensión y puede que hasta de nuestra propia consciencia. Entonces ¿Dónde están los hilos de nuestra responsabilidad? ¿Cómo ser responsable de algo que no controlamos?

LIBRE ALBEDRÍO Y UNA PINCELADA DE LO INEXPLICABLE

Hay científicos que afirman la existencia de un “destino casi obligado”, y es el relativo a la herencia: la genética de nuestros progenitores en ocasiones nos determina en muchos aspectos, a veces en carácter, rasgos físicos, enfermedades... El contexto social y personal en el que somos educados también puede afectarnos en mayor o menor medida, al menos con una probabilidad de un 30 o un 40%.
Pero por otra parte también tenemos la concepción indispensable de “el libre albedrío”, donde cada persona está condicionada por sus propias elecciones, por su propia historia personal y por su vida en una sociedad que le permite inclinarse por una determinada senda u otra, reconociendo errores, confiando en uno mismo y asumiendo nuevos retos o proyectos. 
Y es que como dijo una vez un viejo escritor italiano, “El destino no reina sin la secreta complicidad del instinto y la voluntad”; porque la vida de uno no se teje en las estrellas, sino en nuestra propia realidad y en el día a día que nos va poniendo pruebas y retos para probarnos como personas. Somos libres de establecernos metas y de conseguir nuestros propios logros... pero sí, la casualidad existe, y a veces las casualidades son tan singulares que no podemos evitar dotarles de ese halo de magia inexplicable. Porque las personas, por muy racionales que seamos, siempre nos ha gustado esa pincelada singular donde contener todo lo extraño e inexplicable...

Nuestras vidas a veces son un caos de casualidades y hechos ilógicos, es cierto, pero el llevar las riendas de nuestro propio destino, ser dueños de nuestro timón, nos va a permitir ser más responsables

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