martes, 5 de febrero de 2013

Enfrenta la manía de querer tener todo bajo control

La costumbre de “tener todo bajo control” puede que te brinde un beneficio aparente, que es el pensar que al tener todo bajo control, estas controlando no cometer errores, que todo esté en “su sitio”. 
Te afectaría sobremanera la posibilidad de equivocarte y/o de que los resultados no salgan como tú esperas, con todas las consecuencias que ello implica. 

Podemos decir que uno de los lados ocultos de esta conducta de tener todo bajo control es la inseguridad.


Planificar, prepararse, estar “en tema”, encargarse con responsabilidad de los asuntos, ser precavidos; resultan acciones positivas si se traducen en una conducta que apoya el logro de tus propósitos y tu diario vivir. Pero cuando el querer tener todo bajo control se convierte en una “manía”, pagas un alto precio…

 Reflexiones para enfrentar la manía de querer tener todo bajo control.


– No malgastes tu energía queriendo controlar decisiones y acciones de otros o algo externo que tú no puedes cambiar.
Siempre existirán variables externas sobre las que tú no tendrás control. Identifica cuáles son esas variables o factores sobre los que tú no tendrás control y acéptalos. Esto hará que la paz vuelva a ti, porque no estarás luchando contra lo que no puedes cambiar.

 – En cada situación que vivas, enfócate en lo que tú sí puedes tener control.
Reconoce hasta dónde puedes llegar tú, haz tu parte lo mejor posible. Tú sólo puedes ocuparte de lo que sí tienes control, no de todo ni de todos.
- Identifica y reconoce tus miedos y enfréntalos.
Trabájalos comprendiendo cuáles son los mensajes ocultos que traen a tu vida. Traspasando tus miedos encontrarás nuevas posibilidades de vivir en armonía y en consonancia con tus propósitos más importantes.

- Cambia tu conversación interna; deja de pensar en que quieres hacer todo perfecto.
No te concentres en lo que falta, en el error, en lo que está mal; sino pon tu atención en lo que puede mejorar: haz lo mejor que puedes con lo que tienes (a esto es lo que llamamos, excelencia).
 – Déjate llevar, fluye con los acontecimientos.
Déjate sorprender por el Universo. Haz que las cosas pasen, pero acepta que hay una fuerza universal que acomoda todo armoniosamente a pesar de que tú quieras forzar que algo ocurra de determinada manera. 

La inteligencia divina tiene su propósito y con el tiempo podrás darte cuenta que todos los puntos del pasado con el futuro conectan entre sí por una válida razón.

– Permítete equivocarte.
Los errores que pudieras cometer, o los resultados que no quieres que así ocurran, no son malos. En lugar de llamarlos errores, llámalos espacios para aprender. Observa tus errores y resultados no esperados como lo que son: maestros que te ayudan en el camino de tu evolución como ser humano y te brindan una excelente retroalimentación para afinar tu puntería y dar en el blanco las próximas veces.
– Relájate, respira cuando lo necesites, vuelve a tu centro.
Si te mantienes en la conducta de querer tener todo bajo control, estarás contracturado, preocupado, nervioso y todo eso repercutirá tarde o temprano, en menor o mayor grado, en tu cuerpo físico con la aparición de enfermedades. ¡Cuida tu mente! Cuidando tus pensamientos, cuidarás tus emociones y por ende, tu cuerpo se verá beneficiado y continuará transportándote a donde quieras.
-Ten confianza en que las personas no te desaprobarán si sueltas el control y permites que la vida fluya.
Dales a ellos la oportunidad también de que se ocupen de los espacios y asuntos que le son propios. Ayúdales a crecer creciendo tú. Permíteles ser responsables de su propia vida. Y si sientes que alguien desaprueba tu cambio, pues es un problema de esa persona. Si te quiere bien te comprenderá, si no, que siga su rumbo aunque duela. Tú te mereces lo mejor.
 – Reconócete, valórate, acéptate tal como eres
Cuanto más trabajes en la aceptación y reconocimiento de quien eres, lograrás mayor seguridad en tí mismo y aceptarás a los demás con sus defectos y virtudes, además de aceptar cualquier cosa que detectes que no puedes cambiar para concentrarte en lo que sí puedes, reemplazando el resentimiento por las ganas y entusiasmo. Si te aceptas a ti mismo como eres, ensalzando y potenciando tus fortalezas, comprenderás que nadie ni nada es perfecto y te sentirás más liviano para vivir y crear lo que deseas en tu vida.
- Manténte al “acecho” de ti mismo.
Cuando te observes queriendo tener todo bajo control, para tu marcha un momento; reflexiona y piensa que el único autocontrol que necesitas es el de tus pensamientos. Allí es donde tienes que influir para dirigir tus emociones y acciones hacia los resultados que tú desees, haciendo uso de lo mejor que puedes de ti mismo y de lo externo en pos de tus propósitos.

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