viernes, 1 de febrero de 2013

El poder de las expectativas que ponemos en nuestro hij@

Cuenta la mitología que Pigmalión era un príncipe de Chipre que, en busca de la mujer perfecta con quien casarse, comenzó a esculpirla en un trozo de piedra. Día a día fue dándole forma a esa roca según la imagen que el príncipe tenía de lo que una mujer perfecta debía ser. Logró finalmente una figura cuya belleza superaba aún a su propia imaginación. Dio a ésta el nombre de Galatea: era una escultura bellísima de la cual fue enamorándose. Al ver esto la diosa Venus dio vida a la estatua haciendo ciertos los deseos de Pigmalión.

El efecto Pigmalion, fuera del mito, ha sido descrito científicamente. Este viene a decir que los juicios que tenemos sobre las personas, cosas, situaciones e incluso sobre nosotros mismos tienden a convertirse en realidad 

Si crees (o creen) que puedes conseguir algo, seguramente estás generando la energía necesaria y poniendo en funcionamiento los recursos adecuados para que eso sea así. Sin embargo, si crees que no puedes, probablemente tu cerebro “se crea” que realmente no tienes capacidades para ello, y finalmente desistirás.

Muchas de las creencias que tenemos sobre nuestras capacidades fueron generadas en nuestra infancia: aquel día que tu profesor te dijo que lo tuyo no era el dibujo. O aquel otro que tu padre te dijo que tú serías ingeniero. Muchas veces la confianza que alguien puso en nosotros sobre nuestras capacidades nos ha hecho conseguir grandes cosas. Por el contrario, aquella vez que intentamos algo por primera vez y fracasamos, y nuestro entorno nos confirmó que eso nunca se nos daría bien… provocó que nuestra original ilusión acabara descartada.

Rosenthal estudió este fenómeno. Las personas que tienen expectativas positivas de sus hijos, alumnos o colaboradores (otras personas, en general), generan un clima socioemocional más cálido en ese grupo. Además, entregan más información, dan mejor retroalimentación sobre los resultados alcanzados y ofrecen las mejores oportunidades a este grupo.

Ojo con las expectativas que estamos generando en los demás o las “etiquetas” que les colgamos especialmente a nuestros hijos, porque lo que anticipas que puede hacer o no esa persona, al margen de que sea cierto!!! puede convertirse en real, es lo que se llama “profecía de autocumplida”.

¿Cómo combatir esas expectativas negativas de los demás?. Este vídeo me recuerda un posible antídoto.

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