jueves, 26 de julio de 2012

¿Cómo actuamos huyendo del dolor ó enfocándonos hacia el placer

El pingüino emperador vive en la Antártida que es el lugar más frío del planeta con temperaturas que pueden superar los sesenta grados bajo cero. Los pingüinos son aves y por lo tanto, se espera de ellas que puedan volar. Parece que su mundo natural son los cielos y sin embargo, en su caso son las profundidades del mar, donde bucean para cazar los peces de los que se alimentan. En algún momento de su historia, la Naturaleza les puso en unas circunstancias extraordinariamente duras, con temperaturas tan bajas y con alimentos tan ocultos que ellos tuvieron que renunciar a volar como parte de su identidad previa y aceptar la necesidad de desarrollar nuevas capacidades y de aprender otras habilidades. El resultado fue no sólo que sobrevivieron frente a todo, sino que además crecieron, progresaron y se multiplicaron.

Los seres humanos somos curiosos en nuestras reacciones, porque con no poca frecuencia, ante las circunstancias que no nos gustan, en lugar de entenderlas como una llamada a nuestra propia reinvención, intentamos ignorarlas, rechazarlas, o simplemente nos resignamos a ellas y nos dejamos arrastrar hacia un "dejarnos estar" y hacernos la victima. Es una verdadera lástima que utilicemos la potencia de nuestro cerebro para hundirnos a nosotros mismos, en lugar de para salir reforzados y fortalecidos. Cuando lo que pretendemos es escapar del dolor, evitar el sufrimiento, nuestra mente se posiciona en un lugar completamente diferente que cuando lo que nos interesa es crecer y evolucionar. Paradójicamente cuando nos enfocamos en lo segundo, es cuando nuestras posibilidades de sobrevivir en el nuevo entorno se hacen mucho mayores.

(Fuente: Ana Riesco.  www.fundares.com)

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