miércoles, 18 de abril de 2012

Mi hijo me ha dado una maravillosa lección

El viernes me pasó algo muy significativo y con lo que me levanté el sábado por la mañana en la mente. No me lo podía quitar de la cabeza.
Dicho viernes mi hijo de 5 años tenía un cumple donde 3 niños de clase celebraban tan señalada fecha para ello.
Pues bien, yo había comprado un pequeño detalle para cada homenajeado, y lo habíamos envuelto en casa. En esto, aparece mi hijo con sus 3 más preciados tesoros: un cochecito de metal que si le metes en agua cambia de color, otro cochecito blanco de carreras, y por último, una cámara de fotos de juguete que cuando miras por el visor se ven animales, y me dice con toda naturalidad:
    - Papá, quiero regalarle esto a mis amigos.
Y lo que más me dejó en fuera de juego, fue mi reacción instintiva y fulminante:
   -  No hombre, no lo hagas, que los otros ya están envueltos, y estos están un poco sucios, y en un cumpleaños hay que llevar algo bien presentado…
Y mientras lo decía, me estaba dando perfecta cuenta de que lo que quería era evitar que regalara sus más preciados tesoros, que no era consciente de lo que hacía, y que ya me lo agradecería en el futuro.
Pasó esa tarde, y esa noche, y al día siguiente no paraba de darle vueltas. Y vi diáfanamente toda una vida de creencias con respecto al tener, al poseer, y a valorar lo que uno tiene. Y vi toda una vida de apego, de necesitar, y como mis creencias con respecto a esto habían parado, anulado y acabado con una iniciativa de maravillosa espontaneidad y sobre todo de generosidad y de querer compartir lo más querido con otros. Y se me cayó la cara de vergüenza. ¿Cómo podía estar limitando a un ser mágico, ingenuo y por lo tanto puro y maestro , de esa manera? Porque no era la primera vez que surgían este tipo de actos, en él y en su hermana., y cuando lo habían hecho, no se habían arrepentido nunca, y practicamente no habían vuelto a echar de menos de esos juguetes, y te seguían hablando con alegría de como estaría disfrutando su amigo o amiga. Y lo más gordo: ¡es que sus compañeros/as también lo hacen! Y la reacción por mi parte siempre había sido la de tratar de evitar tamaño desaguisado. 

Yo, que estaba trabajando conmigo desde hace tiempo el desapego, el desprenderse de cosas, de no necesitar, de no creer que uno tiene, sino que sencillamente disfruta temporalmente de algo dando gracias por ello, me sorprendí a mi mismo negando la posibilidad de compartir lo más querido a un niño de 5 años. Está claro que los adultos tenemos múltiples “buenas razones” para frenar estos gestos de crío " que no sabe lo que hace", pero ¿no será que somos nosotros los que no sabemos lo que hacemos?, pero esas nuestras poderosas razones brotan de un sistema de creencias grabado a fuego en nosotros, y que no tiene porqué ser el más adecuado para nuestra vida, y sobre todo para la suya como herencia indeleble que les dejamos.
Y si estando alerta sucede esto, no te digo cuando no lo estamos ante un tema tan importante, pues no olvidemos que es el apego lo que genera el miedo, y esta emoción es la principal que evita que experimentemos la vida que deseamos vivir.
Así que ¿sabes que hice? Le hablé a mi hijo esa mañana, le di la enhorabuena por la idea que había tenido el día antes, y le animé a que si quería se lo lleváramos el lunes. Y yo, por mi parte, además de perdonarme, lo que he hecho es elegir algo muy querido para mi y mañana lunes regalarlo, pero además disfrutando y dando gracias por haberlo podido tener todo este tiempo. ¿te animas a regalar algo querido y a vivir la experiencia? Solo podemos salir mejorados.

Fuente: Jose Pedro Garcia Miguel.- experto en motivación, formador y coach

No hay comentarios:

Publicar un comentario